jueves, septiembre 25, 2008

El angelito


Aquella mañana sonó el despertador. Cuando unos rayos de sol me despertaron. Miré el reloj digital y marcaba la 00:00, nunca os compréis un digital, cualquier bajada de tensión eléctrica borra la memoria.
Me vestí tan deprisa que pensé que me había puestos los pantalones al revés.
Cuando bajé corriendo las escaleras, eludí a Don Esteban con un sincero: Buenos días, lo siento llego tarde al trabajo.
Don Esteban era un pensionista soltero que vivía en el segundo, y su aficción era leer el periódico, y compartir las noticias con todos los vecinos.
Crucé la calle, giré a la derecha, seguí recto y me detuve en la parada del autobús. Normalmente cojo el autobús de las ocho en ese lugar. Aquel día por supuesto iba tarde porque eran ya casi las nueve y veinte. No pasaron más de cinco minutos cuando la importante silueta del autobús apareció al fondo de la avenida. La puerta se abrió y engullió a todos los pasajeros como un hambriento dragón de chapa y cristal. Sentado en los asientos del final me sentí raro: no estaban los rostros de siempre. A fuerza de verse cada día compartiendo el mismo medio se crea un vínculo entre las personas.
Aunque nos los conozcas lo más mínimo ni sepas sus nombres te llegan ser familiares. Mi sangre andaluza me lleva ponerles motes, el maqueao, doña peluca, el garbanzo y El Angelito.
" El Angelito " era una chica morena de ojos verdes, grandes, que me había enamorado a primera vista. Por supuesto nunca había hablado con ella y mi timidez me impedía siquiera intentarlo, pero siendo un romántico no podía evitar comtemplarla. Ni que decir que parecía un ángel. En cualquier caso a esa hora, ella ya no estaba en el autobús. Ella habría cumplido su horario, y no había faltado a las ocho.
Yo mientras pensaba como reunir el valor para hablarle, sentarme a su lado. El autobús llegó a su última parada.
Cuando bajaba, el chófer me llamó: " Perdona, ésta mañana una chica preciosa de ojos enormes me dejó ésto para tí "dijo dándome una carta. Tras darle las gracias y alejarme unos pasos la abría muy nervioso, era una sencilla nota escrita con trazo nervioso escrito con el traqueteo del autobús; decía: " hoy te he echado de menos, por favor mañana no faltes a las ocho".

1 comentario:

Caminante dijo...

Aisss el amor... cuantos amores callados acaban secandose por culpa de la timidez...